LOS AGUJEROS DE LA VIDA
¿Alguna vez tuviste una caries?
Cuando tenemos una caries, se genera un agujero en la muela, que al estar al descubierto se infecta y produce dolor. Lo primero que hacemos cuando sentimos dolor es ir al odontólogo para que nos la cure. ¿Por qué hacemos esto? Porque el dolor físico que produce una caries es simplemente inaguantable, y si no hacemos nada al respecto el dolor aumenta cada vez más.
El odontólogo nos dice que fue una decisión acertada acudir a él en esta instancia, porque si nos hubiéramos quedado solos no tomando la decisión y poniéndonos en movimiento, no hubiéramos podido resolver el problema por nosotros mismos. Nos explica el procedimiento de cura con lujo de detalles: primero nos aplicará la anestesia para que no nos duela, después nos pasará el torno para limpiar toda la zona, y nos advierte que sentiremos una pequeña molestia, una sensación rara, pero nos tranquiliza diciendo que no llegará a ser dolor.
Luego llenará ese agujero con capas de amalgama hasta el borde, y por último va a pulir y dar brillo a la superficie. De este modo, ESA CARIES ya nunca más nos va a molestar; vamos a tener solucionado de por vida el problema por el cual acudimos al odontólogo.
El agujero que aparece en la muela nos trae dolor físico, y por eso intentamos solucionarlo lo más rápido posible. ¿Pero…qué sucede con los agujeros de la vida que aparecen continuamente a lo largo de nuestra vida?
Les voy a contar una historia demostrativa, de cómo puede influir un “agujero de la vida” en la actitud a seguir, luego de un hecho desencadenante que produzca ese “agujero de la vida”.
Un tiempo atrás, estaba en mí Escuela de Vida Saludable dando una de mis clases de vida, cuando una participante llamada Lorena S. (no es su nombre real), mostró una foto a todos sus compañeros y a mí también, de una pareja joven caminando con una niña entre los dos, tomada por cada uno de una mano y dijo:
“¡Esa que está en los brazos era yo! Y ahí está papá…mírenlo a papá…¡que gordito que era ya en esa época… le gustaba mucho cocinar… falleció a los 71 años debido a los problemas ocasionados por estar toda la vida obeso. … y ahí está mamá…era tan linda… realmente tuve unos padres excelentes, No me puedo quejar, tuve una infancia muy feliz, recibí mucho amor y cuidado desde chica. Ya no están conmigo hace unos años…se fueron los dos. Pero realmente esto no lo puedo superar. La ausencia de mis padres me angustia, y cada vez que siento esa angustia, me pongo a comer más de lo que debería comer.. Cada vez que lagrimeo frente a una foto de ellos, como y sigo comiendo. Ellos me dieron tanto… y siempre me decían que me cuidara. Cómo se los extraña… Es como si tuviera abierto un agujero en mi vida, pero debo darme cuenta que… ¡la vida sigue!”
La mayoría de las personas, en algún momento de la vida pueden llegar a tener sentimientos como este u otros similares - si es que no los han tenido todavía – y no solo que los pueden tapar con comidas, bebidas alcohólicas, medicamentos o tirándose en la cama sin poder salir de ella, sino recurriendo a muchas otras substancias o actividades que a la larga producen adicciones.
A esas situaciones y sensaciones que se producen en la vida, yo las denomino: “los agujeros de la vida”.
Por dicha razón una de las frases que escribí sobre este tema y que está publicada en mis libros dice:
Frase para reflexionar:
“Los agujeros de la vida hay que llenarlos solamente con vida y no taparlos con comida, cigarrillos, bebidas alcohólicas, medicamentos u otras muchas otras substancias o actividades adictivas.” Richard Frenkel
Vamos a reflexionar un poco: Todos los seres humanos sin excepción tenemos - en algún momento de nuestra vida - “agujeros en la vida”. La mayoría de ellos son agujeritos muy pequeños, muy chiquitos y prácticamente imperceptibles, que son producto de las situaciones que se viven en el día a día. Estos agujeritos son llevaderos y se van llenando sin ningún problema con el vivir de la vida diaria. Pero en algunas personas, en ciertas ocasiones se producen baches de la calle de distintas medidas y profundidades, otras personas se enfrentan con cráteres de la luna, y algunos casos – entre los que yo me incluyo - inclusive nos topamos con el Gran Cañón del Río Colorado en toda su verdadera magnitud.
Ahora voy a referirme a las personas que, al igual que yo, tenemos o hemos tenido algún tipo de adicción a los excesos - en mi caso al exceso de comida. Vamos a analizar cómo se tapan estos agujaros de la vida. Entonces vemos que a la hora de intentar taparlos, los agujeros de la vida se pueden tapar con las más variadas opciones que la imaginación proponga.
La mente de una persona es frondosa en cuanto a ideas nuevas para montar “fábricas de tapas” y tener una producción constante-mente continua de tapas, que luego se transforma en una producción constante-miente asegurada, para disimular los efectos producidos en el cuerpo o en la mente, debido a esas falsas soluciones momentáneas llamadas “tapas”.
Sigamos reflexionando… ¿Qué significa ponerle una “tapa” a “un agujero de la vida” para aquellas personas quienes tenemos adicción a los excesos de comidas, bebidas, trabajo, juego, compras u otros? Ponerle una tapa a un agujero de la vida significa ni más ni menos, que responder automáticamente y meter algo por la boca, por la nariz o por las venas - en el caso de alimentos, alcohol, medicamentaos, drogas u otras sustancias - para “calmar” esa sensación extraña que se produce en el momento que nuestra mente, toma contacto con la situación propiamente dicha o el recuerdo de la situación que provocó el “agujero de la vida”.
Actuar automáticamente de esas manera, provoca un alivio momentáneo, un placer instantáneo que nos hace olvidar por unos momentos lo que estábamos pensando y que nos había causado el malestar. Pasado ese momento, el cuerpo ya tiene más calorías en su interior, si se ha comido algo que no era necesario, más daño físico – y luego anímico - en el caso que haya sido tabaco, alcohol, medicamentos o drogas o menos dinero en el bolsillo, en el caso del juego, compras y otros, mientras que la situación sentimental sigue siendo exactamente igual. El problema sigue estando y los sentimientos hacia ese recuerdo no cambiaron.
Cuando una persona le pone una tapa con comida u otra cosa a un agujero de su vida, está simplemente poniéndole una tapa. ¡Una simple tapa!
Cuando esa tapa hace la digestión o se va el efecto del tabaco, el alcohol o cualquier otra substancia ingerida, ese agujero de la vida queda destapado nuevamente y pide que lo vuelvan a tapar. Así continúa una y otra vez y otra vez y otra vez y otra vez…. La suma de “esas veces” produce primero un hábito y luego se transforma en una adicción de la que lamentablementeno se podrá salir solo. Esa persona volverá a hacer siempre lo mismo, cada vez que sienta en la cabeza o en el cuerpo la presencia del o los “agujero/s de la vida”.
¿Cómo podemos relacionar el ejemplo de la caries con nuestros propios “agujeros de la vida”, esos continuos manotazos que damos en los más diversos horarios, en los más diversos lugares y de las más diversas formas para “tapar” esa sensación molesta y angustiante, que nos aparece repentinamente en nuestras cabezas?
Podemos comenzar diciendo que el agujero de la caries es el equivalente a nuestro agujero de la vida.
Entonces la pregunta que debemos hacernos es… ¿Por qué cuando se trata de una caries, tratamos de solucionarlo lo más rápidamente posible y cuando se trata de un agujero de la vida en nuestra vida postergamos la toma de decisión para solucionarlo, aún en casos extremos a riesgo de deteriorarla o quizá perderla?
Y la respuesta es… Porque los agujeros de la vida no duelen en el cuerpo. ¡Los agujeros de la vida duelen en el alma y en el corazón!
Esta es la diferencia entre los “agujeros de la vida” y el dolor físico – cualquiera sea - que nos hace salir corriendo a solucionarlo. Entonces podemos decir que… Los dolores del alma no duelen en el cuerpo físico - lo que duele en el cuerpo es el resultado que se va produciendo en todo o ciertas partes del cuerpo físico, por no saber cómo resolver el dolor del alma-.
¡Los dolores del alma duelen en el corazón y producen reflejos en la mente!
Tú que estás leyendo esta reflexión en este momento…Piensa qué es lo que te pasa primero, cuando te aparece en tú cabeza la sensación o el recuerdo de algún agujero de la vida: ¡Se te estruja el corazón!
Para continuar con la analogía podemos inferir que el acudir al odontólogo es el equivalente en nuestro caso, a no quedarse en soledad para resolver nuestro “agujero de la vida”, por más pequeño que sea (no olvidemos que los agujeros de la vida generalmente tienden a agrandarse en soledad) y acudir a un lugar donde tengan la solución para resolver los “agujeros de la vida”, ya sea un lugar especializado, una persona, un profesional con experiencia, una institución religiosa, un coach de vida o un amigo, entre otros.
Podemos destacar también que la anestesia es el equivalente al efecto de paz, tranquilidad, calma y alivio que produce por un lado, el tomar la decisión de encarar el problema que causa el agujero de la vida, y por otro, el tomar contacto con personas o instituciones que se dediquen a resolver estos temas.
Podemos decir que el torno equivale en nuestro caso, a las palabras y testimonios de otras personas que ya han pasado por situaciones similares y han solucionado sus problemas. Al escucharlas nos daremos cuenta de que no estamos solos en estos temas, ni somos los únicos que tenemos esos problemas que causan los “agujeros de la vida”. A través de esos testimonios nos podemos dar cuenta, que hay situaciones en la vida que no podemos ver por nosotros mismos y que ni siquiera nos habíamos estado dando cuenta que nos estaban pasando.
La pequeña molestia o “sensación rara” que sentiremos y que nos dice el odontólogo, equivale a salir de ese sopor en que la vida nos tiene viviendo hasta este momento, específicamente en el área a la cual nos estamos refiriendo. Y – a partir de allí - se produce una nueva y extraña sensación, pero esta vez de calma, cuando nos damos cuenta – de eso se trata el reflexionar: de darse cuenta - que existen salidas novedosas, en compañía de otras personas, para comenzar a recorrer el camino que antes creíamos que no tenía salida.
Las capas de amalgama equivalen a las capas de vida, con que vamos a ir llenando esos “agujeros de nuestra vida”. La amalgama es un material creado especialmente para no causar ningún rechazo y permanecer en su lugar para siempre. Las capas de vida son las situaciones que hay que vivir en cada momento de nuestra vida, para ir llenando esos espacios vacíos que nos llevan a cometer los excesos y estas capas de vida están hechas de un material que calma, protege y no causa ningún rechazo al ser humano. Estas capas de la vida están hechas de amor, de paz, de compañía, de palabras, de abrazos, de sentimiento y de suficiencia.
El pulido de la muela equivale a la culminación de todo el proceso, desde la toma de decisión hasta la resolución del tema tratado.
El brillo final que resulta de pulir una caries representa el brillo de nuestro corazón, el brillo de nuestra sonrisa y el brillo de nuestros ojos cuando resolvemos algún “agujero de nuestra vida”. Estos brillos se juntan en un solo e intenso haz de luz muy potente, se logra la sinergia, se potencian e irradin una enorme luminosidad que demuestra nuestra bondad, tranquilidad y placer a nuestros seres queridos, familia, amigos y a la sociedad en general.
Por lo tanto y para terminar esta reflexión, si entendemos y nos damos cuenta que de seguir haciendo siempre lo mismo, vamos a seguir logrando los mismos resultados, creo fervientemente que luego de una reflexión profunda que logrará una flexibilización de nuestros pensamientos y nos hará evolucionar en nuestra manera de pensar, deberíamos con la humildad más profunda, pedir ayuda profesional donde corresponda para resolver los temas pendientes de resolución en cualquier área de la vida. A partir de allí podremos comenzar paulatinamente a llenar cada “agujero de nuestra vida”, con la vida que nos merecemos.
Richard Frenkel – Coach de Vida
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