LA PROVOCACIÓN ¿TU SABES COMO ERES ?
Según el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, algunas de las definiciones del verbo provocar son: Incitar, inducir a alguien a que ejecute algo. Irritar o estimular a alguien con palabras u obras para que se enoje. Hacer que una cosa produzca otra como reacción o respuesta a ella. Vomitar lo contenido en el estómago.
En el caso de las personas que comparten distintos grupos, ya sean familiares, sociales, de estudio, de trabajo, etc. y analizando estas definiciones, se podría inferir que la provocación usada del modo como está definido más arriba, lleva implícita siempre características negativas. Una persona que provoque a otra o a otras con el afán de incitarlas para que hagan algo indebido o irritarlas con sus palabras para que se enojen o reaccione como respuesta a esa provocación, siendo esta o estas personas conocidas o no, habiendo o no un motivo o situación previa, indica - según la definición - que esa persona está vomitando lo contenido en su estómago y por qué no, lo contenido en su cabeza.
La persona provocadora - puede ser hombre o mujer - tiene una personalidad característica diferente al común denominador del resto de las personas, casi rayano con un tipo de sadismo no convencional, de la cual, probablemente no se dé cuenta que la tiene, pues, es él o ella quien siempre inicia la provocación desmesurada y desproporcionada y como le llegó, contra otra, a sabiendas que incita emociones fuertes en esa persona y causa ciertos tipos de contestaciones que, crean discusiones estériles que los llevan poco a poco a estados de enojo inútiles y hasta dañinos.
La palabra provocar y su acción concreta se pueden usar tanto para hacer el bien, como para hacer el mal.
Con la palabra provocar y su acción, la provocación, usada para hacer el bien, quien lo haga puede producir en las personas que reciban ese tipo de provocación una reacción de un sentimiento e inducir un estado diferente de pensamientos y sentimientos que harán que vivan mejor.
La persona provocadora, es adicta a la provocación, no puede vivir sin la adrenalina que necesita para vivir normalmente y seguir adelante sin discutir y embrollar a alguien. Carece de humildad. Es feliz, luciendo el trofeo de haber falsamente ganado una discusión por abandono de la otra contra parte. Siempre necesita público que lo mire, lo escuche o lo lea, para que puedan ver su tarea destructiva y demoledora contra un contrincante al que tomó de sorpresa dando el primer golpe sorpresivo, todo eso para poder sentirse triunfante y recibir los aplausos imaginarios.
La persona provocadora por excelencia, no se da cuenta que el bien siempre triunfa sobre el mal y que al final - si lugar a dudas - por voto secreto de no aceptación, provocará que se produzca el rechazo y posterior alejamiento físico de su público, se transformará en la víctima de su propia trama y quedará aislado de su grupo de pertenencia.
Frase para reflexionar:
“La diferencia para vivir feliz, está entre elegir ser una persona motivadora que provoca el bien y una persona provocadora que provoca el mal. En el ejercicio del bien no hay lugar a que penetre el mal. En el ejercicio del mal, siempre hay lugar para que penetre más mal”. Richard Frenkel
La persona provocadora que desea parar de provocar y no lo puede hacer, deberá reflexionar acerca de su problema de adicción a la provocación y recurrir humildemente a los profesionales específicos que se dedican a resolver estos temas, en busca de la ayuda profesional necesaria para la solución de su problema.
Richard Frenkel - Coach de vida
Fundador y Director
Escuela de Vida Saludable
Administración: Mendoza 2661 3º 14 CABA. 4788-2467 15-6001-8898
No hay comentarios:
Publicar un comentario