Cierto día, en medio de mi proceso de cambio, camino a la delgadez saludable a largo plazo y en momentos profundos de reflexión y lucidez por tener la “medida suficiente en la cabeza“ y la comida “suficiente” en el estómago, pensaba que señales físicas debía poner delante de mí en los lugares peligrosos a los que recurría para calmar esos pensamientos irrefrenables que aparecían súbitamente y me hacían arrasar con todo lo que encontrara a mi paso hasta que se producía ese ”alivio ficticio” al que apelaba sin saberlo.
Pensando y pensando, recurriendo a
imágenes mentales de los momentos peligrosos, saliendo de mi mismo para poder
observar como actuaba, veía escenas pasadas durante toda mi vida de hiperobeso
que se sucedían en situaciones que aparecían en mi mente súbitamente. En esos
momentos que teóricamente estaba calmo, disfrutando cualquier actividad
placentera, se producía lo de siempre: primero una leve inquietud que crecía
rápidamente, luego y en forma instantánea un deseo irrefrenable de comer “algo”.
Generalmente se producía cuando estaba solo, esporádicamente estando acompañado.
Ese “algo”, lo vi claramente muchas veces por tener la medida suficiente en la
cabeza y en el estómago, solo estaba en mi cabeza. ¿Cómo iba a estar en otra
parte, si mi cuerpo ya tenía todos los alimentos que ya había comido en los actos
de alimentación que necesitaba para nutrirse, hasta ese momento del día?
Hay un enorme abanico de posibilidades donde
ir a comer los excesos de comidas, bebidas azucaradas y/o alcohólicas, pero en
éste caso solo me voy a referir al domicilio de cada persona, donde se recurre
a los proveedores habituales: el refrigerador, las alacenas o la bodega en
algunos casos.
Ahora, a más de trece años de estar
sintiendo el alivio que lo suficiente produce en mí en todas las áreas de mi
vida, quiero compartir con ustedes una frase que escribí en el libro 1 de la
colección de cinco libros bajo el título “El alivio de lo suficiente”, para
esos momentos difíciles que frecuentemente aparecen en algunas personas. Probablemente leyendo ésta frase antes de
mover la mano puedan tener la posibilidad de revertir la situación, poniendo una
cuña de pensamiento entre el sentimiento y la acción.
Es mi profundo deseo que ésta frase
pueda estar pegada en cada refrigerador, alacena, cajón, botella de alcohol,
paquete de cigarrillo, de droga, de cada persona que en el mundo que tenga
problemas con los excesos o adicciones en algún área de su vida.
De ustedes depende que circule entre sus
personas conocidas. Por favor, imprímala y hágasela llegar a quién considere
que la pueda necesitar. Haga de cuenta que el lugar en que está pegada es quien
dice la frase.
“SI
QUIERES CONOCER TU INTERIOR, POR FAVOR NO CONOZCAS EL MÍO” Richard Frenkel
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